jueves, 1 de mayo de 2008

Maldito Melingo en París


Es extraño como uno se arma ideas en la cabeza. Se crea imágenes de como van a ser las cosas. No me refiero estrictamente a expectativas. En este caso era diferente.

Iba a ver a Melingo sabiendo que lo iba a disfrutar, que iba a ser un concierto serio. Pero esperaba que Daniel estuviera avejentado, un poco estropeado, con la voz vendida de tantos conciertos en tan poco tiempo.

Sin embargo me encontré con una versión rejuvenecida, jovial de Melingo. Saltarín, juguetón. Muy diestro en el manejo del escenario y del público. Un lujo de frontman. Que no sólo divertía al público, sino que también a sus músicos. Excelentes, por cierto. Los hermanos Flores en guitarra y bandoneón, los más parcos y vehementes. Y con Darío Guerra de comodín tocando diversos instrumentos, todos brillantemente. Y con un contrabajista enorme, que sostenía toda la banda.

Y Melingo a lo suyo, con voz, con aire para soplar su clarinete, con toda la dulzura de la que es capaz, con toda la canallería del circo porteño.

Empleándose a fondo, desplegando todos sus guiños y complicidades. Tirar los calcetines al público no lo he visto hacer a muchos...

Nos regaló todos sus clásicos: "Narigón", "Una noche trastocada", "Muleta de borracho", "Ayer", "Sin luna" y sus nuevos temas de Maldito Tango.

Para cerrar con "Este Cuore" con el público de pie, entregado, estremecido.

Nos limpiamos las lágrimas para irnos felices de ver que queda Melingo para rato y que como Gardel, cada día canta mejor.

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