Y tuve que venirme a París para poder ver a Mark Lanegan. Lamentablemente no fue ni con su banda ni con los Screaming Trees, que ya se separaron hace 10 años. Pero pude contemplarlo y disfrutarlo en su plenitud. Descubrir que realmente su papel (¿personaje o auténtica personalidad?) de ser impertérrido, gélido, inescrutable, apático, inexpresivo es más feroz que lo que uno imaginaba. Le regaló a Greg Dulli una semisonrisa de complicidad antes de empezar el show. Luego todo fue un "thanks you very much!" ininteligible para abrir los bises y un saludo de despedido con una casi mueca. Increíble.
Menos mal que el concierto fue extraordinario, poderoso, vibrante. Todo lo que no transmite con su gesticulación lo aporta con su vozarrón.
Y qué decir de una banda excelente, acoplada, siniestra, divertida, tremenda. Manejando las texturas, amplificando la diversidad de dos voces como las del propio Lanegan y la de Greg Dulli, mucho más dulce, variable, sexual.
Compositivamente era una mezcla entre ambos, sus carreras solistas, sus manías, sus gustos. No conozco demasiado a Dulli pero lo vi manejar el escenario con tanta soltura y dirigir las canciones con tanta calle que no podía pensarse que sólo habían tocado esas canciones una única vez hasta ayer. La gira será de 3 funciones. Luego se editará el disco y ya veremos qué surge de eso. Pero dudo que sea un éxito masivo.
The Gutter Twins, por tanto, trajeron a escasas 200 personas de diferentes rincones europeos. Pudo comprobar la presencia de belgas, italianos, escoceses y claro, además de los franceses, algunos mejicanos y por lo menos un argentino, yo.
Aún zumban mis oídos, pero me encanta poder tener esta experiencia. Tan distinta a otros recitales. No hay vuelta, Mark Lanegan es especial. De regalo unas estrofas de Shadow Of The Season y una versión impresionante de No Easy Action.
A esperar el álbum. Y a prepararnos para tararear, disfrutar de los duetos, de los coros, de las guitarras impresionantes y de una batería temible. Gutter Twins no será fácil de olvidar.
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